Artículo publicado el 21 de julio de 2014 en la web-blog www.ssociólogos.com
“Quien conoce el derecho constitucional e ignora la función de los partidos tiene una idea equivocada de los regímenes políticos; quien conoce la función de los partidos e ignora el derecho constitucional tiene una idea incompleta pero exacta de los regímenes políticos” Maurice Duverger.
“Quien conoce el derecho constitucional e ignora la función de los partidos tiene una idea equivocada de los regímenes políticos; quien conoce la función de los partidos e ignora el derecho constitucional tiene una idea incompleta pero exacta de los regímenes políticos” Maurice Duverger.
“Para
entender cómo funciona un sistema político, además de estudiar sus
instituciones y normas necesita analizar los distintos subsistemas que
lo integran, el sistema electoral y el sistema de partidos” Giovani Sartori.
Hace más
de cuatro años publiqué un artículo de opinión en el Diario de Burgos
parecido a éste. Después de todo este tiempo he creído oportuno
recuperar su mensaje y profundizar sobre la opinión que vertía sobre él.
De unos años para acá se han venido produciendo varias peticiones y
propuestas desde la sociedad civil y algunas formaciones políticas para
modificar nuestro sistema político incidiendo especialmente en la
necesidad de reformar el sistema electoral y dotarlo de mayor
proporcionalidad.
A mi modo
de ver aún existe una opinión generalmente muy desinformada al respecto,
por lo que me parece interesante repasar las características de algunos
de los sistemas electorales más significativos del mundo occidental
para contribuir al debate y arrojar algo de luz sobre esta cuestión.
Un buen punto de partida es Italia. Hasta hace un par de meses el país transalpino contaba con uno de los sistemas electorales más proporcionales. Desde que los italianos eligieron en un referéndum en 1945 ser una República parlamentaria, se han sucedido 27 primeros ministros y 63 gobiernos.
Hace unos meses, con poco más de dos semanas al frente del ejecutivo
italiano, Matteo Renzi, logró sacar adelante una nueva ley electoral que
pretende reducir la fragmentación y asegurar la gobernabilidad en
Italia después de los fallidos intentos de 1993 y 2005.
En este
sentido se han incorporado nuevas medidas en su sistema electoral: Solo
obtendrán escaños los partidos que superen el 8% de los votos, las
coaliciones que superen el 12% y los partidos que se presenten en
coaliciones y superen el 4,5%. La coalición o partido que quede primero y
supere el 37%, obtendrá un premio de mayoría del 15%. Si ningún partido
o coalición alcanza el 37%, se celebrará una segunda vuelta entre los
dos primeros. Sin duda estamos ante una reforma electoral que
contradice la postura generalizada en España de proporcionar mayor
proporcionalidad frente a una menor gobernabilidad y estabilidad.
En Italia,
dada su dilatada experiencia con un sistema puro proporcional hasta
1993 y aún con un sistema mixto nominal-proporcional hasta nuestros
días, acaban de dar un paso en sentido contrario respecto a lo que se
demanda en España. Lo acontecido con esta reforma electoral en Italia
invita a que comparemos distintos sistemas políticos para comprobar si
cuentan o no con mayor o menor estabilidad gubernamental en función de
la proporcionalidad de su sistema electoral. Para ello no hay como
repasar la extraordinaria presentación comparativa que realiza el
profesor Giovani Pasquino en Sistemas Políticos Comparados. Prometeo Libros (2004). Empecemos.
Dentro de los sistemas políticos europeos más significativos, el que más se parece a España es el alemán. Su experiencia desde la segunda guerra mundial se caracteriza por una extraordinaria estabilidad gubernamental.
Después de la trágica experiencia que empezó con la fallida República
de Weimar, los constituyentes alemanes quisieron evitar los dos grandes y
devastadores inconvenientes de su anterior modelo: la inestabilidad de
los gobiernos y las frecuentes disoluciones del Parlamento. Se
estableció así una clausula del 5% para impedir la perniciosa
fragmentación de los partidos.
Para
reforzar la estabilidad gubernamental de la Cancillería se determinó que
fuera elegida directamente con la mayoría absoluta del Bundestag, pero
separadamente de los cargos ministeriales y para impedir crisis
parlamentarias se recurrió a la moción de censura constructiva. La
posibilidad de sustituir al Canciller ofrece una solución bastante
original en comparación con otros modelos. Esta fórmula se adoptó
también en España porque está inserta en un contexto político partidario bastante similar y compacto y en un contexto cultural, aunque
con experiencias históricas distintas, preocupado por las consecuencias
de las frecuentes crisis de gobierno y largos periodos de inestabilidad
en los siglos pasados.
El dato: La República Federal de Alemania ha tenido 8 Cancilleres y 31 gobiernos desde 1945.
Un sistema parlamentario idóneo para contrastar con el italiano es el modelo Westminster del Reino Unido. Un sistema de partidos bipartidista, sistema electoral plurality y un bicameralismo asimétrico con un Primer ministro que cuenta con potestad para disolver el Parlamento. En
cambio Italia presenta uno de los sistemas más proporcionales de
Europa con bicameralismo paritario y un sistema de partidos
multipartidista cuyo primer ministro no cuenta con capacidad para
disolver el Parlamento.
Gran Bretaña ostenta la forma más simplificada de formación de gobierno.
El jefe del partido que obtiene mayoría absoluta de los escaños del
Parlamento es reconocido Primer ministro. En el sistema político inglés
puede suceder no sólo que quienes conquistan el liderazgo del partido se
vuelven automáticamente candidatos al cargo de Primer ministro, sino
también que perdiendo el liderazgo del partido pierde el liderazgo del
gobierno. El Primer ministro británico corre el riesgo de ser sustituido
solo con el voto de sus colegas de partido.
El modelo Westminster nos enseña que no es suficiente un sistema electoral de tipo plurality para
explicar el gobierno de un solo partido, sino que es el circuito
sistema electoral – sistema de partidos – mayoría parlamentaria –
bicameralismo asimétrico el que funda y sostiene el sistema político
británico. Ningún atajo basado en la reforma electoral es suficiente
para dar vida a ningún modelo sino es a través de los órdenes
institucionales y los sistemas de partido.
El dato: En el Reino Unido se han sucedido 14 Primeros Ministros y 22 gobiernos desde 1945.
Por su parte la Quinta República francesa demuestra que es posible diseñar instituciones estables y eficientes,
capaces de permitir la alternancia entre coaliciones y de dar impulso
al sistema socio-económico, pero que esto requiere un cambio en las
normas, los procedimientos y las instituciones. El semipresidencialismo
francés no se encuentra a medio camino entre el parlamentarismo y el
presidencialismo. Tiene su configuración propia, con propiedades y
consecuencias institucionales diferenciadas. El Presidente de la Quinta
República es elegido directamente por los electores y puede ser
destituido solamente por el juicio político. Es el jefe del Estado, pero
puede nombrar un Primer ministro. Francia tiene un ejecutivo dual cuyo
Presidente puede disolver el Parlamento.
En
el caso francés cuando existe cohabitación, el Presidente de la
República puede compartir e incluso ceder parte de sus potestades de
gobierno a un Primer Ministro si este es apoyado por una mayoría
parlamentaria. La cohabitación se presenta decidida y
cualitativamente distinta respecto de gobierno dividido del régimen
presidencial americano. Cabe añadir que en Francia no existe límite
temporal para los mandatos presidenciales.
El dato: La República Francesa ha tenido 11 Presidentes, 17 gobiernos y 48 primeros ministros desde 1945.
El Presidente de los Estados Unidos de América no necesita establecer ninguna relación institucional con el Congreso, el cual debe reorganizarse después de su renovación total para la Cámara de Representantes y de un tercio para el Senado.
La rigidez de las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo del
sistema americano puede desembocar en una parálisis decisional.
El Presidente de los EE.UU. conforma su ejecutivo en el que no
entrarán cargos parlamentarios. En las distintas administraciones
podemos observar equipos muy compensados en representación de las
diferentes corrientes del partido donde existe un equilibro entre
políticos profesionales y profesionales competentes que en algunos casos
son premiados por haber apoyado/financiado su campaña electoral.
Cada cambio del inquilino de la Casa Blanca, viene acompañado de un verdadero cambio en su equipo de colaboradores. Se
puede afirmar que la alternancia en el sistema presidencial
estadounidense es portadora del recambio político, con una significativa
circulación de personas. Cabe señalar que en los sistemas
presidenciales como EE.UU. o en los semipresidenciales como Francia, los
electores no solo eligen a sus representantes parlamentarios
directamente sino también al jefe del ejecutivo.
El dato: Los Estados Unidos de América han tenido 12 Presidentes y 17 gobiernos desde 1945.
Con los sistemas mayoritarios (EE.UU, Reino Unido) los ciudadanos ejercen mayor poder en la formación de los gobiernos,
preferentemente monopartidistas, que tendrán mayores posibilidades de
decidir las políticas públicas y que podrán ser fácilmente identificados
como los responsables de lo que han hecho o no. Con los sistemas proporcionales (Italia, Alemania, España) los ciudadanos eligen entre partidos que suman después del voto en coaliciones para formar gobiernos en los que cada uno de los partidos solo parcialmente decide las políticas públicas, de
modo que los ciudadanos no podrán hacer otra cosa que volver a elegir
entre los partidos sin que les sea posible hacer atribuir
responsabilidades específicas.
En los
cinco sistemas políticos analizados encontramos representadas las tres
principales variantes de los sistemas electorales, mayoritario a primera
vuelta en colegios uninominales (R.U. y EE.UU.), mayoritario a única
vuelta en colegios uninominales para la elección de parlamentarios y a
doble vuelta para las presidenciales, proporcional con clausulas de
acceso (Alemania) y además del sistema de ¾ mayoritario en colegios
uninominales y ¼ proporcional para listas de partido bloqueadas (Italia
1994-2014).
Después de
todo este resumen comparativo del profesor Pasquino entre los sistemas
políticos occidentales más relevantes, hay que subrayar que nuestro sistema cuenta con un sistema electoral de representación proporcional muy similar al alemán que se adecua muy bien al multipartidismo que tenemos en España.
En nuestro país utilizamos la fórmula D” Hont para trasladar los votos a escaños que, en comparación con otras, favorece
ligeramente a las formaciones políticas con capacidad de ser la primea o
segunda fuerza más votada en las distintas circunscripciones.
Además, existe una barrera electoral que exige un porcentaje mínimo de
votos recibidos en cada circunscripción para participar en el reparto de
escaños. La principal ventaja que nos ofrecen estas
correcciones es la de primar la concentración del voto y penalizar su
dispersión en aras de garantizar la formación de mayorías estables de
Gobierno.
Es
conocido que fórmulas del cociente electoral o de los restos mayores
como la Hare y Droop proporcionarían unos pocos escaños más a
formaciones como PODEMOS, IU o Unión Progreso y Democracia, obtenidos
en circunscripciones de gran población. No obstante resulta
curioso comprobar cómo desde que se celebraron las elecciones Parlamento
Europeo hace dos meses, estas formaciones han dejado de solicitar la
reforma del sistema electoral tal y como venían haciendo efusivamente
hasta ese momento.
Perdónenme si prefiero seguir apoyando a contracorriente un sistema que prime la estabilidad y la gobernabilidad frete a uno con un poco más de proporcionalidad.
Todo sistema político que se precie de tener una alta capacidad para
afrontar decisiones, necesita de un sistema electoral que obligue a las
distintas formaciones políticas a tener en cuenta intereses diversos,
fuercen el pacto y el compromiso dentro de una razonable estabilidad
gubernamental.