Artículo de opinión publicado en el periódico www.eldiario.es el 3 de abril de 2017.
El 39º Congreso Federal del PSOE ya ha sido convocado formalmente por
el Comité Federal este pasado sábado. El 21 de mayo todos los
militantes socialistas podremos votar a la Secretaría General y los días
16, 17 y 18 de junio celebraremos el Congreso.
Bien, superada ya su convocatoria (que no ha suscitado poco debate), es
la hora de que cada militante valore qué PSOE quiere y se decida entre
las alternativas que representan cada uno de los candidatos/as, no por
la que crea que cuenta con más opciones de ganar, sino por la que
considere que es la mejor. Es la forma más honesta y responsable de afrontar no solo éste, sino cualquier otro proceso congresual.
Y es un ejercicio de responsabilidad que debemos asumir todos,
dirigentes y militantes. Solo hay que pensar un poco cómo se encuentra
el partido, en su momento más crítico desde la transición, como para
darse cuenta que debemos afrontarlo desde la máxima responsabilidad, con
decisión a la hora de debatir cada una de las posiciones pero también
con todo el respeto al compañero/a que piensa diferente.
Estamos inmersos en un proceso congresual decisivo, decisivo para el
partido y decisivo para el país, y todos y cada uno de los militantes
socialistas tenemos la responsabilidad de resolverlo y resolverlo bien.
No podemos volver a cerrar un nuevo congreso en falso como ocurrió en
2012, en Sevilla, o en el congreso extraordinario de Madrid hace tres
años. Tenemos que recuperar la lealtad que siempre demostró este partido
a las resoluciones y liderazgos que resultaban de los Congresos, y eso
significa que todos los socialistas tenemos que ponernos a disposición
de la nueva dirección con la mejor actitud para colaborar, al día
siguiente, sea quien sea el compañero/a que ocupe la Secretaría General.
El Congreso es el principal órgano de debate y decisión que nos hemos
dado los socialistas para resolver qué es lo que el PSOE va a ofrecer a
la sociedad española para un determinado tiempo. Por lo tanto no
entendería que tanto los militantes como los dirigentes no aprovechen
este proceso para hablar honestamente de aquello que quieren para su
partido, de lo creen mejor, de qué modelo de organización prefieren, de qué propuesta política debemos presentar, de quién debiera liderarla.
Yo nunca he sabido estar de perfil en política (creo que por definición no es posible). Todo
dirigente político debiera asumir el liderazgo que se le presupone,
demostrando su capacidad para afrontar el debate político, no desde el
tactismo partidista, sino desde sus convicciones y no solo
hacia fuera de su organización sino fundamentalmente hacia dentro, hacia
sus compañeros/as. Por eso no puedo compartir la actitud huidiza que
detecto en algunos dirigentes que están más pendientes de no equivocarse
en el apoyo (no vaya a ser que no se lo den al ganador/a) o de no
confrontar su opinión con la de otros compañeros que, a pesar de no
compartirla, merecen conocerla.
Particularmente creo que la mayoría de los militantes de nuestro partido, también exigen a sus dirigentes que les hablen con franqueza sobre lo que realmente piensan,
más allá de exigir la neutralidad durante el proceso que necesariamente
deben garantizar todas las Ejecutivas en cada ámbito territorial. No me
imagino a compañeros como Guerra, Borrell o Ibarra entre otros,
poniéndose de perfil en el Congreso Extraordinario de 1979, cuando el
PSOE abandonó el marxismo después de la dimisión de González, o en el 35º Congreso cuando la Secretaría General se la disputaban Zapatero,
Bono, Díez y Fernández.
Y a pesar de que el nivel de exigencia que se le presupone a un
militante de base no es equiparable al de sus dirigentes, también debe
asumir que en su mano está el futuro del partido. Por ello, también es
nuestro deber como dirigentes, en el ámbito que le corresponda a cada
uno, el movilizar y fomentar la participación de todos los militantes
socialistas en este Congreso, en la votación a la Secretaría General, en
la presentación de enmiendas a las ponencias, en la elección de las
delegaciones al Congreso, etc.
Dicho esto, permitidme ofrecer mi opinión sincera sobre cuál es el
PSOE que quiero y el que creo que quieren no solo la mayoría de los
militantes que integramos este partido, sino millones de ciudadanos/as
que nos votaron hace 10 años, con los que hemos perdido su confianza, y
también con los que nos siguen votando, pero que podrían dejar de
hacerlo si no logramos que vuelvan a sentirse identificados con
nosotros.
Las distintas ponencias que se proponen para este Congreso (política,
económica y estatutaria) van a ofrecernos una buena base para el
debate. Y ese debate debe resolverse fijando cual es el espacio
político que ha de ocupa el PSOE en los próximos años. Yo personalmente
lo tengo claro. El que ha ocupado siempre.
El Partido Socialista ha sido la referencia política para
millones de españoles durante décadas no por casualidad sino por
causalidad, porque supo canalizar las demandas de la mayoría social de
este país y supo ofrecer soluciones que fue capaz de derivar a la acción
de gobierno. Lo ha sido no por intentar representar
solo a una determinada corriente ideológica, la socialdemocracia, sino
por atraer a personas desde otras posiciones políticas más a la
izquierda y también más centradas.
El PSOE tiene que tener su propio modelo de partido y su propio
proyecto político para España. Por eso, ante el populismo demagogo de
PODEMOS, una formación cuyo propósito fundamental pasa por sustituir al
PSOE, tenemos el reto de demostrar que los socialistas somos la verdadera izquierda transformadora, la izquierda sensible que logra corregir las políticas de la derecha para mejorar la situación de millones de ciudadanos. No
diciendo a la gente lo que quiere oír, sino escuchando a la gente y
actuando allí donde realmente se cambian las cosas, desde las
instituciones, desde el Boletín Oficial del Estado.
Pero mientras no podamos gobernar, mientras haya formaciones como
PODEMOS que decidieron votar “NO” a la investidura de un candidato
socialista permitiendo que siga Rajoy de presidente, nuestra posición
debe ser la más exigente posible ante el Partido Popular. Un PP que ha
obtenido en las dos últimas citas electorales su peor resultado desde
1989 y que a pesar de ello está muy cómodo al frente del Gobierno de
España. Por ello no podemos ser cómplices del PP matizando sus
políticas, políticas que han provocado que la crisis económica haya
derivado en estos últimos seis años en una profunda crisis social. Tenemos
que ser capaces de corregir y transformar la política del PP desde una
oposición exigente hasta que volvamos a ocupar el Gobierno.
Parece difícil pensar que esto pueda ocurrir a corto plazo, pero de
nosotros depende. Hoy tenemos un PSOE enfrentado entre sí, en el que no
hay respeto entre los compañeros, en el que el frentismo personal ha
sustituido a la confrontación política, en el que el revanchismo es el
principal argumento. Difícilmente vamos a recuperar la confianza de los
ciudadanos si no confiamos en nosotros mismos. Pero tenemos una última
oportunidad de corregir los errores que nos han llevado a esta
situación, y es este Congreso.
Por eso, respetando a todos los candidatos/as que se presentan
inicialmente en este proceso, solo hay uno que me ofrece las suficientes
garantías para pensar que una vez acabe el Congreso, al día siguiente
de las primarias, será capaz de integrar y de devolverle la unidad al
partido, condición imprescindible para retomar su fortaleza. Lo
acontecido la semana antes del Comité Federal del 1 de octubre de 2016,
representa todo lo contrario de lo que debemos hacer los socialistas, y
difícilmente aquellos que fueron los protagonistas del peor episodio del
PSOE en décadas, puedan ser los mismos que lideren el presente y futuro
del partido.
Creo sinceramente que no podemos arriesgarnos a cometer los mismos
errores, y que necesitamos al frente del PSOE a un compañero que haya
demostrado servir al partido y no servirse de él, al que se le reconozca
una lealtad inquebrantable con la organización que representa, que no
se apropie de los valores socialistas sino que los promueva interna y
externamente, que no utilice la puerta de atrás para imponerse ante
otros compañeros/as, que sepa integrar y respetar a aquellos que no
piensan exactamente como él o ella. Y ese compañero es Patxi López.
Patxi recibió el liderazgo del PSE-EE en un congreso dividido, con
tres candidatos y un partido roto. A pesar de las dificultades lo llevó
al Gobierno desde la unidad. Pero no a cualquier gobierno autonómico,
sino al gobierno de Euskadi. Una Comunidad Autónoma especialmente
difícil para los socialistas, donde los compañeros/as se han jugado la
vida durante décadas, hasta que hace siete años, ETA dejara de matar,
con un presidente del Gobierno de España socialista y con Patxi López de
Lehendakari.
Patxi es el único precandidato hasta el momento que ejerce como
diputado en el Congreso en la presente legislatura. Esta condición no
tendría ningún valor por misma, pero considero que de poder elegir, no
estaría de más hacerlo por un Secretario General que también pueda
liderar el partido desde el Parlamento, confrontando directamente con
Rajoy, Iglesias y Rivera.
Patxi tiene todo mi apoyo para la Secretaría General del PSOE
por su capacidad de liderazgo y su profundo compromiso por lo que ha
representado siempre nuestro partido. Por su experiencia transformadora
desde el Gobierno Vasco y anteriormente para ejercer una oposición
exigente. Por su proximidad y talante político, por su capacidad para
volver a hacer del PSOE un partido ganador, fuerte y unido. Porque con
él de Secretario General ganamos todos/as los socialistas/as.
Daniel de la Rosa, es Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Burgos y Secretario General de la Agrupación Municipal de Burgos.